domingo, 27 de mayo de 2012

El Hada de la Fuentes del Bosque Encantado


Todos los días al atardecer, se oía en el bosque  el sonido del yembé, que su enamorado tocaba para ella, con la veneración y el júbilo de ofrecérselo a una pequeña diosa, y el Hada de las Fuentes empezaba suavemente  una danza melodiosa, siguiendo el ritmo del tambor.
Su cuerpo y sus ligeras faldas de gasas  ondeaban al son de sus pies, y sus brazos se elevaban armoniosamente.  Parecía que la Tierra hablara bajo sus pies movida por el  son  de la música,  y todo el bosque la acompañaba en su baile.
La danza expresaba la alegría que había en el bosque,  la alegría de vivir en el y  de sentirse vivo.
.....Y el tambor seguía sonando.....pumba, katumba, katumba, pumba...



.......¡El bosque estaba en peligro!, las fuentes habían dejado de manar desde que el Hada de la Fuentes había enfermado.
Los duendes no tenían agua, los manzanos, los melocotonares tenían sed....Todo el mundo pedía agua. Las fuentes comenzaron a secarse y todo el bosque comenzó a debilitarse.
Los duendes del lugar no sabían que hacer para recuperar la alegría y la vida de su bonita Hada.
¡Algo preocupante estaba ocurriendo en el Bosque Encantado!,

Todo empezó cuando  en uno de sus muchos viajes,  que hacía de bosque a bosque y de fuente  a fuente  tropezó con las ramas de un árbol,  y al caer al suelo sintió un profundo dolor  y vio como sus alas se habían roto. También perdió su talismán de coral que llevaba siempre colgado a su pecho,  y que la protegía  y la daba poder.
¡Qué terrible lo que ha ocurrido! ¡Qué dolor tan grande!, y empezó a entrar en un estado de profunda tristeza.
Las Hadas Mariposas que volaban por los alrededores la vieron y fueron en su ayuda, y entre seis de ellas formaron un lecho uniendo en hilera sus alas, que desde lo alto  dibujaban una guirnalda de flores multicolores,  y así la transportaron cuidadosamente a su cueva.

El hada quedó postrada en su lecho, con su aspecto pálido, débil,  y su gran corazón inundado por una profunda tristeza, y solo hacía que llorar y llorar...., rota por su dolor. Tan profundo fue su llanto que sus lágrimas sirvieron para regar el bosque y que no se secara.
Allí en su lecho vi su pálido rostro, su semblante triste y sus labios cerrados y apagados. Era tal la postración en que se encontraba, que no podía abrir sus ojos, no podía mirar, solo podía oír y dejarse sentir por dentro y a través de su piel.

Los duendes del lugar estaban también asustados y  llenos de miedo. ¿Que va a ocurrir con el bosque?. Dejará de tener vida y dejarán de manar nuestras fuentes.

 “Recuperarás tu voz y podrás volver a cantarle al agua.
¡No llores más Hada bonita!. 
¡Di a tu corazón que se calme!.
Recuperarás tu  belleza, tu alegría, 
tu energía de diosa
y alegrarás al bosque con tu música, 
con tu canto y con tu danza.
Tus alas nacerán de nuevo,  
volverás a volar de fuente a fuente 
 y volverás a cantarle al agua..





La cubrieron con mantas hechas con hojas recogidas en el otoño y secadas al sol, de colores  rojos, anaranjados, ocres y amarillos..., que la daban calor y la dejaban descansar.
Los duendes hacían turnos para arroparla y cuidarla y siguieron recogiendo sus lágrimas, con las que regaban el bosque.
¡Dejadla  sola, necesita descansar!
La llenaron de ternura, de besos, de caricias y entró en un profundo sueño,
del que tardó mucho tiempo en despertar.
                                                                                                                                                                                      
El duende guía puso a todo el bosque a trabajar...para buscar el talismán perdido.
De noche encargó a las luciérnagas coger a cada un farolillo y haciendo pequeños senderos  por todo el bosque buscaron la piedra preciosa. Anduvieron y anduvieron, .... y hasta salieron fuera de los recintos del bosque,,,,,-parecían un senderito de luces-.... y al llegar a un semicírculo sin árboles apareció una luz brillante que las deslumbro.
¡Y a todas se les cayeron los farolillos al suelo!,...!Qué piedra tan brillante y tan preciosa!.
Su color coral con rayos irisados de múltiples tonos la hacia parecer un farito dando destellos.

Era de gran tamaño para ellas,  por lo que llamaron al Hada Reina Mariposa, que era un ser deslumbrante,… su cuerpo de color rosa hacia juego con sus preciosas alas que parecían vidrieras dibujadas en tonos rosados. Cogió la piedra cuidadosamente y la transportó entre sus alas y al atravesar el bosque le iba iluminando con su luz  y dibujando un sendero en el que brillaba un rosado arco iris.

¡Ha aparecido su talismán! ¡Que gran noticia! y se lo colocaron en su pecho.
El gran talismán era un coral de hermosa belleza, ¡Óh, que belleza!....
El Hada de las Fuentes al recuperar su talismán de coral volvió a sentir calor en su corazón y a recuperar su respiración, la había  perdido y hacía que sintiera un frío polar.
Esa piedra era la hoguera que daba luz al lugar, iluminando las cosas... allí se cargaban las luciérnagas de luz y los grillos recargaban sus alas para cantar por la noche....Las Hadas Mariposas abriendo sus alas rosadas  cuidaban y protegían el hermoso coral y al atraversarlas con su luz  iluminaba la cueva con una cascada de color.
La piedra preciosa la devolverá su dulzura, su belleza y su alegría.

Los duendes del bosque seguían cuidándola cada día,..........
....Y haciendo una hilera varios de ellos como un gran ciempiés la transportaban a las pozas de aguas transparentes,  cuidadas por hermosas libélulas con alas nacaradas, y allí la bañaban en agua de rosas que los duendes dejaban en reposo cada noche, y así poco a poco su piel fue recuperando su tono rosado. Allí  también las Hadas Mariposas recargaban su color.
La peinaban  todos los días sus ondas doradas con peines de oro y la cubrían de aceites y aromas.
Los osos del valle naranja,,, la hacían cada mañana mermelada de melocotón, y sus rostro poco a poco volvía a ser terso y suave y cogía un tono dulce y aterciopelado.
Los seres del lugar admiraban la belleza de su Hada y recordaban las noches en que bailaba para todo el bosque  alrededor de sus fuentes y ellos la acompañaban en su danza al ritmo del sonido del yembé, que  su enamorado mulato  no había dejado de tocar por si su pequeña diosa pudiera oírla.

Recibía una suave brisa en su rostro, como si una dulce mano la acariciara.
Un manto la cubría.
Su rostro día a día se fue transformando y volvía a expresar la ternura y belleza de siempre.
Ya eran capaces sus labios de esbozar  sonrisas, sus ojos parecían  abrirse y abrirse sin cesar, como para creer que ya podía  ver de nuevo, su tez se cubrió de una manto aterciopelado y a  su corazón volvía la alegría, podía sentirle latir contento y lleno de vida.
Los duendes estaban contentos, veían como su Hadita se iba recuperando....continua