lunes, 4 de junio de 2012
Soplaba el viento
Soplaba el viento, rugía sibilinamente haciendo silbidos por encima de la loma, que se llama la tierra del pozo de los lobos.
El hombre caminaba cansado pero erguido, entusiasta en su último viaje. Daba pasos lentos, paraba a respirar ayudado por su bombona de oxigeno cargada a su espalda, que le daba aliento y fuerza para retomar la marcha.
Desconocía si era consciente de lo poco que le quedaba de camino. Paramos a ver las obras del cementerio que estaban ampliando, estábamos pisando un circulo bien marcado reverdeciendo plagado de setas. Su vista seguía con la agudeza de un águila. Ahí. Ahí!, coge esa, apuntaba con su callado. Entusiasta y vital seguimos bordeando el círculo hasta recogerlas todas.
Sintió un fuerte dolor en su pecho. Ese dolor le hace respirar con mucha dificultad. Toma aire y respira le decía calmadamente, viviendo cada minuto cada paso con él.
No quería volver a casa, su medio natural era el campo, estar fuera al aire libre.
Tenía pendiente acudir a su lugar privado donde guardaba sus mas íntimos secretos. Lo comprendí ¡quería estar solo! y dejé que disfrutara de ello.